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Gobierno, candidata y comunidad ¡México a la vanguardia del pueblo planetario!


Las mujeres están de moda

Desde el día 28 de mayo de 2017 se constituyó en Jovel, Chiapas, un Concejo Indígena de Gobierno CIG, integrado por 71 concejales y una vocera, representantes de 58 pueblos originarios de México, integrantes del Congreso Nacional Indígena CNI. Este CIG pretende gobernar México, o al menos propiciar la discusión y la práctica de lo comunitario. Todo esto con el objetivo de dejar atrás la guerra contra la población y el despojo de sus territorios operado por las corporaciones criminales capitalistas. En esta fecha y lugar, los concejales del CIG, nombraron una mujer como vocera del Concejo y como candidata independiente a las elecciones presidenciales de 2018. Un Concejo indígena tomando decisiones a nivel nacional. Esto sí es re Evolución!


Dicen que en este mundo patriarcaloso y posapocalíptico de principios del siglo XXI, las mujeres están de moda. Hoy en día ser escritora da puntos para el márquetin de las publicaciones, ser bloguera produce un chingo de laiks, eso si le das por su lado a la contra, en fin, hasta en política, algunas destacadas presidentas como Dilma Rousseff, han puesto a lo femenino en la cresta de la ola del decir y el dirigir. Sin embargo, no me parece que lo de un Concejo Indígena gobernando este país y una mujer candidata entren en la moda. O sea, lo de la candidata indígena no es parte de una publicidad mercadológica de los congresistas. Esto va en serio! ¿Qué hace a la mujer recientemente designada como vocera política del CIG, María de Jesús Patricio, algo fuera de la moda?


La señora Patricio es una mujer de cincuentaitantos años, médica tradicional nacida en el estado mexicano de Jalisco, indígena nahua del municipio de Tuxpan, madre y trabajadora. Fungirá como vocera del CIG y como candidata independiente a la presidencia del país en las próximas elecciones de 2018, al frente del CNI, con el apoyo del EZLN. ¡Algo inédito y sorprendente en México! La nueva tarea, como vocera y candidata de los mexicanos encongresados, le ha sido designada por los concejales indígenas de 58 pueblos distintos, luego de una consulta y deliberación que se ha llevado a cabo desde octubre de 2016, por una gran parte del territorio nacional.

De entrada, esta candidata del CNI, representa a diferentes pueblos, comunidades y personas indígenas de todo México, no es un individuo que apuntala intereses económicos de grupos o empresas, legales o ilegales, sino la voz de los pueblos organizados que simplemente quieren vivir en paz y saben cómo hacerlo.

No nos equivoquemos entonces al prejuzgar a esta mujer, que no está sola, ni es títere de intereses extraños. María de Jesús Patricio representa a organizaciones y a pueblos diversos, ancestrales, de múltiples lenguas y culturas y como portavoz de una comunidad, de una historia, de una manera de ser siempre tan digna, Marichuy es una mujer fuera de serie. Se trata de una propuesta que con legitimidad y enorme responsabilidad con su tiempo histórico, nos ofrece una alternativa para sacudirnos el sometimiento y el despojo que sobre millones de mexicanos pesa desde hace tres décadas. Y se trata de una alternativa pacífica y legal. ¿Qué más queremos? Por estas razones, la candidata del CNI está fuera de la lógica de la democracia electorera y fraudulenta, fuera de la moda oportunista de nombrar candidatas que representen a sus maridos y socios.


En realidad, estamos frente a un movimiento popular naciente pero sólido y encendido de luceros, que surge de la confluencia de varias rebeliones como la del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, las luchas indígenas regionales de México, la consolidación del CNI y la digna y ejemplar batalla de los padres de Ayotzinapa; estamos presenciando el nacimiento de un gran movimiento que va a marcar la historia y el futuro de México.


Si este llamado a sacudirnos por fin de tantos colonialismos triunfa y la juventud, las madres, los padres, las periodistas, los estudiantes y los maestros, se unen a la propuesta de un Concejo Indígena de Gobierno, habrá comenzado otra gran revolución mexicana, pero está vez latinoamericana y mundial. ¡Es la hora de los pueblos indígenas!


¡¡A la unidad de los pueblos del mundo!!

Si como humanidad somos capaces de remontar el capitalismo y su imposición del odio, y logramos inventar pacíficas formas de relacionarnos, tendremos que reconocer en el ejemplo de los pueblos indígenas de América, un índice brillantísimo de por dónde caminar hacia la vida.


En estos tiempos en que la tormenta ya salió del closet, no solo los movimientos, sino los pueblos y los individuos deben aliarse. La utopía sería unir nuestras fuerzas y nuestros corazones, en todas partes del mundo, hasta crear un pueblo planetario y enfrentar juntos la crueldad del despojo. Si, despojo. O sea, que ya Mañana no existe, que una empresa compró los ojos de agua y levantó sobre ellos un Be Grand. Porque antes de rendirnos tendríamos que preguntarnos ¿Así de fácil nos queremos morir matándonos unos a otros? ¿Matarnos para que con nuestras osamentas construyan un centro comercial aquellos que nos vendieron las armas? ¿Nosotros que hemos descubierto el maíz y el cero y el tiempo y hemos inventado la palabra florida desde que el jaguar era dios y la Tonantzin la madre?


En definitiva, los pueblos y las personas deben unirse porque al parecer, la unidad de muchos pequeños y débiles es la única manera de mantener la resistencia y sobrevivir hasta lograr diseñar otro tiempo y otros mundos no capitalistas.


¿Por qué los pueblos originarios no han logrado revertir la colonización sufrida desde el siglo XVI? A pesar de que la historiografía registra un sin número de rebeliones, insurrecciones, evasiones y guerras locales, indígenas, contra los diversos agentes de su sujeción, como misioneros, caciques, presidios, ejércitos, etcétera, la constante en la historia ha sido la derrota de la rebelión indígena en México, desde la Nueva España. Un elemento común a todas estas rebeliones derrotadas es su dimensión local o regional, hecho que reduce sus fuerzas y termina por asfixiar a los rebeldes. La memoria de estos acontecimientos rebeldes permaneció latente, guardada en rituales, símbolos, portes, orgullos y relatos extraordinarios, esperando quizá, mejores condiciones para su eclosión.


La única rebelión indígena viva y triunfante, que alcanzó a transformarse en una revolución y una propuesta ejemplar de vida, es la protagonizada por los indígenas chiapanecos del EZLN, desde 1994. Sin duda, en esta victoria ha contribuido el complejo sistema de redes y comunicación que mantienen los zapatistas con otros movimientos y personas en México y en el mundo. Pero es de destacar la inteligencia y tenacidad de los zapatistas, su gusto por la vida y el amor que ponen en el cultivo de su presente y futuro. Hoy en día los miles de personas (se estiman 50 mil) que viven en los cinco Caracoles zapatistas en Chiapas, México, dan ejemplo bellísimo con sus vidas cotidianas, de cómo construir comunidad, historia y paz, de cómo educar a los jóvenes por el camino de la ciencia y el arte, con respeto hacia la madre tierra.


Finalmente ocurre una articulación entre los zapatistas y otros movimientos indígenas de México, se ha producido una alianza nacional por medio del CNI. En la era de Trump, los indígenas se conectan, se unen y se organizan, y no solo pueblos de México, estuvieron en este ritual de constitución del CIG, unos cuantos indígenas O'otam de Estados Unidos. Uno de ellos regaló (transfirió) a la vocera Marichuy un bastón de mando, con plumas de águila en la punta. Muy simbólico acto el de hermanar así a los pueblos de ambos lados de la frontera. Lo que sucedió los días 27 y 28 de mayo de 2017 en el CIDECI de San Cristóbal de Las Casas es algo inédito en este país, algo histórico que hace que retiemble en sus centros la tierra y que se asusten los poderosos al sentir cerca el fin de sus privilegios y sus crímenes.


Retiembla un planeta y un canto va anunciando el tiempo de los pueblos indígenas.

¡La grieta se hizo más honda!



¿Por qué es de alegrarnos la propuesta del CNI y el EZLN de organizarnos y pensar en hacernos responsables de nuestro país?


Porque es una propuesta de organización pacífica, que quiere la vida y no la destrucción de México, porque los pueblos originarios mexicanos tienen una enorme experiencia histórica para adaptarse y sobrevivir sin convertirse en depredadores, inventándose y reinventándose en cada momento de crisis social, desde la llegada de los europeos a finales del siglo XV. Y hasta hoy en día, los pueblos indígenas de México tienen una identidad cultural propia, poderosa y muy creativa, pero además de producir grandes artistas y poetas, durante siglos los pueblos indígenas han conservado sanos los ecosistemas que habitan y han logrado mantener y mantenerse por sus redes de migrantes en otras partes del mundo. Esto ha sido posible, entre otros, por el efecto de su organización comunitaria (de origen colonial) y su resistencia cultural a la asimilación, que implica el ejercicio de un gobierno propio. Es decir, se trata de una propuesta que viene de pueblos que saben de gobierno y autogobierno. No nos quepa duda de que tendrán muy claras sugerencias de por dónde y cómo conducir el movimiento hacia la recuperación de los territorios y la autonomía de México.

Estamos de acuerdo con esta propuesta, pensamos que el gobierno y el gobernarnos, son temas urgentes de discutir y asumir, ante la crisis civilizatoria de Occidente, cuya única opción es la guerra y la decadencia necrófila de las democracias del mundo.

En el contexto de un mundo postorresgemelas y la expansión del belicismo terrorista, en todas partes se desdibujan las comunidades y se desintegran los pueblos. A cambio, se producen sociedades de individuos conectados virtualmente (aunque solo sea para insultarse), pero desconectados unos de otros dentro de su entorno vital.

La rebelión que viene consiste entonces en tejer lo comunitario en tiempo real y off line, dejar atrás el egoísmo, volvernos indios, tod@s! Ningún vaquero!!


Pero, ¿dónde y cómo se gobiernan los indígenas?


En México alrededor de 15 millones de personas se reconocen como indígenas, la mayoría habla uno o más de los 68 idiomas americanos que existen en el país, como náhuatl, maya, tsotsil, mixteco, rarámuri, etc. En sus territorios, los pueblos indígenas más tradicionales cultivan maíz y producen milpas, sincronizando sus trabajos agrícolas con complejos rituales para preservar un orden ecológico y social; estos pueblos mantienen una relativa autonomía cultural al reproducir hasta nuestros días formas propias de gobierno, con funcionarios internos y agendas locales. El gobierno en los pueblos indígenas está generalmente vinculado al ciclo festivo y agrícola, desarrollado por el trabajo de varias comunidades.


En los sistemas jurídicos indígenas, las relaciones de poder no implican dominación, sino cooperación. Desde la perspectiva de la gobernanza indígena, el poder no es individual, sino que se distribuye y se comparte, el poder en el gobierno indígena es siempre colectivo. El incentivo para gobernar un pueblo indígena, no es el dinero, pues los funcionarios no reciben bonificación económica alguna por el trabajo y la dedicación prestada a la comunidad. A menudo cada labor significa una inversión considerable en tiempo de trabajo extra y a veces en gastos en efectivo. La compensación que el cargo le confiere a cada persona es el gran prestigio entre la gente de su pueblo, por lo que el ex funcionario será recordado como buen cumplidor de su encomienda, entre las personas mayores se dirá su nombre con respeto y su actuar será ejemplo para niños y jóvenes.


Las responsabilidades de gobernar un pueblo indígena recaen en un conjunto de funcionarios elegidos por consenso, no por votación ni por imposición, pero que podrán ser revocados si no cumplen bien sus funciones. En cada región del país la institución de gobierno tiene un nombre, en el caso de la Tarahumara, por ejemplo, este grupo muy amplio de gobernantes precedidos por un gran gobernador, Walu siliame, es conocido con el nombre de Ikusiami, que significa, los que cargan con autoridad una tisola (bastón) o kusi (vara), en evidente referencia al bastón de mando.


Los funcionarios del gobierno indígena ocupan su cargo por un tiempo determinado, que siempre se puede limitar, si así lo deciden en colectivo o el individuo renuncia por una causa justificada. El puesto de funcionario de gobierno puede ocuparlo cualquier persona comprometida con el pueblo. De hecho, casi un 30% de la población total de un pueblo indígena, puede estar implicada en las funciones ordinarias de su gobierno.


El gobierno indígena se encuentra en continua transformación, porque el cargo representó desde el principio, un pacto entre dos poderes, el arreglo entre misioneros e indios y caciques. Históricamente, el cargo indígena es resultado de una intermediación, ni es imposición, ni aculturación, ni sincretismo, es un pacto y una transculturación, en el sentido de la transculturación definida por el sabio cubano Fernando Ortíz desde 1940.


En la literatura antropológica relativa a los gobiernos indígenas en Mesoamérica, encontramos referencias a un institución nombrada por los antropólogos como Sistema de Cargos. Un pionero del tema es Sol Tax, con un trabajo publicado en 1937 sobre los mayas de Guatemala. Dice Leif Korsbaek que el paradigma de cargos, se construye entre 1937 y 1949, año en que Fernando Cámara Barbechano publica “Organización política y religiosa en Mesoamérica”. Diversos autores van a profundizar esta veta, enfocando particularmente la región de Los Altos de Chiapas y los pueblos de hablas mayas. Algunos de estos autores fueron estudiantes de Tax y de Villa Rojas, de la primera generación de la ENAH (fundada en 1942 y donde Sol Tax era profesor invitado), por ejemplo Calixta Guiteras Holmes o Ricardo Pozas. Otros que provenían de Estados Unidos, como Frank Cancian, Eric Wolf, Nash, Henry Favre, Pedro Carrasco; especial mención merece Gonzalo Aguirre Beltrán con su libro Formas de Gobierno Indígena, publicado en 1953.


Seguramente varios de esos antropólogos estadounidenses que en los años de la segunda guerra mundial publicaron libros y artículos sobre sistema de cargos en México y Guatemala, con el fin de describir el funcionamiento de los gobiernos indígenas, lo hacían, conscientes o no, bajo la demanda de la inteligencia norteamericana. Si, conocer cómo se organiza la gente es necesario para que el dominante sepa desconfigurar esa organización. Esto nos da la medida para dimensionar la importancia que han tenido las comunidades indígenas con sus formas de gobierno, para la habitación y preservación de territorios ricos en recursos naturales durante siglos. En cambio, ahora que los pueblos y las comunidades indígenas están perdiendo esos territorios por causa de las nuevas leyes que rigen a los Estados Unidos Mexicanos y están asediados por empresarios y delincuentes a su servicio, esos territorios comienzan a devenir mercancía y el ambiente se degrada a gran velocidad y la naturaleza es asumida como recurso que genera dinero y se práctica la explotación forestal, mineral, eólica y la industria del turismo, sin respeto ninguno por las poblaciones tradicionales.


Si buscamos un programa de gobierno en la propuesta del CNI, tendríamos que reconocer, por principio, que una experiencia de siglos en el autogobierno sustenta su llamado. De hecho, somos los individualistas los que necesitamos de explícitos programas de gobierno, porque nunca hemos asumido tales responsabilidades y mucho menos hemos imaginado unos gobernantes que no cobren sueldos y manden obedeciendo. Además de esta guía práctica y vital, el CNI ha declarado que para conducirse y participar de la organización del movimiento, hará suyos los siete principios zapatistas del buen gobierno. Para empezar, tenemos mucho que estudiar, antes de pedirles a los indígenas que se parezcan a los partidos políticos.


Los pueblos indígenas: expertos en crear comunidad


Y sin embargo, los pueblos se mueven, se regeneran, se vuelven a crear. Sí la noción de pueblo implica el territorio, el espacio y la manera de poblarlo, el concepto de comunidad supone sobre todo, las relaciones que hacen obligatoria la reciprocidad. La clave de la sobrevivencia. Y es en este aspecto de la vida indígena donde tenemos que detenernos para aprender de su lógica y su experiencia, de tal suerte que vayamos poco a poco creciendo una gran comunidad, que nos ayude a olvidarnos del dinero y nos permita descubrir que el lucro y la acumulación no son las únicas maneras de ver el mundo, desparasitándonos de la economía monetaria y los salarios.


La comunidad, ese concepto tan sonado y tan de moda entre los individualistas, es una manera de ver el mundo, que prescinde del dinero, sustituyendo a éste por un sistema de relaciones de reciprocidad obligatoria (sustento garantizado y obligatoriedad de sustentar). Este concepto de comunidad indígena no supone relaciones simétricas, ni pretende eliminar, por una prestidigitación ideológica, las desigualdades o los conflictos entre las poblaciones étnicas. Simplemente describe de manera relacional una práctica común entre los pueblos indígenas, que está elevada en ciertos casos a mito y sacralización del hecho de compartir.


Esta red de relaciones de cooperación que es la comunidad, protege al individuo y garantiza su reproducción, al tiempo que lo obliga a proteger a los otros, alimentando así siempre al colectivo. La comunidad indígena está integrada por familiares y amigos que mantienen ritualizados lazos de solidaridad, formas de trabajo colectivo, distribución de bienes también colectivos, así como estructuras de prestigio. En la cosmogonía étnica existe la fuerte noción de un origen común, sagrado, que se expresa en el culto al territorio y a los antepasados.


En todas las culturas étnicas de México encontramos instituciones de reciprocidad obligatoria, como el kórima, o las faenas de trabajo con tesguino, entre los rarámuri de Chihuahua.


Por una clara mañana


México está envuelto hoy en una guerra impuesta por Estados Unidos en 2006. Guerra entre grupos mafiosos (del gobierno mexicano o independientes), que va provocando un torbellino de violencia armada y delincuencial, aparentemente caótica, pero con fines estratégicos de despojo nacional de todas nuestras riquezas. Este contexto implica para las comunidades indígenas intensos cambios en los estilos de vida, necesidad de convertirse a nuevos credos, desplazamiento y disgregación del tejido social, persecución, asesinatos y pobreza extrema. Se desdibuja o se transforma el gobierno indígena porque se pierde autonomía y soberanía sobre el territorio y la alimentación, pero también se reestructura para sobrevivir. Ante la pérdida del territorio, y por tanto de su capacidad de autonomía y reproducción cultural, los pueblos indígenas se han visto empobrecidos, violentados y desheredados de sus patrimonios. Aun así insisten en sobrevivir: Aunque ya está viejo, todavía Dios quiere danzar. El CNI y el EZLN son como los estertores primeros de una clara mañana. No vamos a morir! Es la hora de los pueblos indígenas!


Se adivina que es también el tiempo de las mujeres! Las mujeres que pueden ser sabias en esos temas de reparar y cocer la piel tan suelta de la sociedad del crimen. Las mujeres al frente de lo comunitario, curando, naciendo, ayudando y pensando para un mundo donde quepan muchos futuros. En los pueblos indígenas un cambio venía operando desde hace unos 25 años, con un despegue de la participación de las mujeres en la vida política y por tanto pública de sus pueblos, espacios donde no jugaban de manera tradicional. Hoy en día encontramos altos índices de mujeres funcionarias, gobernadoras y dirigentes en los pueblos indígenas. No se diga en la sociedad zapatista, donde las mujeres han evolucionado vertiginosamente hacia su libertad y su conciencia. De tal suerte, el nombramiento de una vocera del CIG, por parte del Congreso Nacional Indígena, no es un hecho fortuito, es consecuencia del pensamiento indígena actual y eso, brinda alegría y esperanza a todas las mujeres de la tierra.


Los pueblos indígenas integrantes del CNI son muy conscientes de que están en peligro de muerte, de que están partidos por dentro, divididos y ensordecidos por el dolor y por eso vuelven a la práctica de la comunidad, a las formas de gobierno indígenas, para proponer algo descumunal y descentrizador: crear una organización que nos cobije a todos y nos de alicientes para la vida. El CNI nos convoca a organizarnos. Caminante no hay camino se hace camino al andar. Es la hora de nosotr@s! En el presidio de la asamblea que nombró a los concejales y a la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, estaban personas simples y gigantes como Mario Luna, el yaqui que defiende el agua para todos, como el sub comandante Moisés, vocero de la Comisión Sexta del EZLN, como Filo, un visionario nahua con ojos encendidos que camina con un paliacate de la virgen de Guadalupe cubriendo parte de su rostro, anunciado la inminencia del amanecer, como doña Bertha Nava, una hermosa mujer, madre de Julio César Ramírez Nava, asesinado por la policía en Iguala, el 26 de septiembre de 2014, como otros padres de jóvenes normalistas de Ayotzinapa y doña Magdalena, luchadora de Atenco, entre muchos similares. Además, estaba la madre de Lesby que tomó la palabra y aseguró que somos nosotros los que vamos a escribir la historia, que la muerte de nuestras hijas no será en vano, pues ahora tenemos una nueva voz.


Porque esto apenas empieza, las miles de víctimas de la guerra devendrán rebeldes merced al amor y a las ganas de vivir en paz. Aun falta lo que falta, varios pueblos indígenas no fueron todavía consultados, fue difícil cubrir el país entero con tantos manchones de tierra de nadie. Pero en eso estamos, creando una gran comunidad, estudiando, preparándonos, pues, como dijo el poeta, son tiempos virtuosos y habremos de fundirnos en ellos!


Fotos: Mayo García

Edición: Denise Caracol

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